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24 febrero 2011

Gurdjieff y el enegrama.








La filosofía del caucásico George Ivanovich Gurdjieff, influenciada por el sufismo, está orientada a la destrucción de la imagen ilusoria del hombre y a sustituirla por la de un ser maquinal controlado por reflejos condicionados. Gurdjieff distingue cuatro centros en el hombre: los centros del movimiento, del pensamiento y la sensibilidad y la facultad generadora de formas. Estos cuatro términos deben organizarse como tiro de caballos con categorías diferenciadas entre sus componentes: viajero, cuádriga, conductor y caballo. Los cuatro están representados en el boceto del programa de su instituto, fundado en 1922 en Fontainebleau, bajo la forma de cuatro seres vivientes en el eneagrama.













Según Gurdjieff, "el eneagrama es movimiento perpetuo ... la comprensión de este símbolo y la facultad de emplearlo confieren al hombre un poder extraordinario. Es el perpetuum mobile y la piedra filosofal de la alquimia".  





El eneagrama se forma del engranaje de las dos sagradas leyes cósmicas universales, triamasikamno (tríada) y heptaparaparschinoch (héptada). La tríada se compone de los elementos energéticos siguientes: Surp - Ortheor (afirmación: el Padre), Surp - Skiros (negación: el Hijo) y Surp - Athanathos (reconciliación: el Espíritu Santo). 





El enegrama muestra los dos puntos de la octava (3 y 6) en los que tienen que incidir impulsos externos para que el movimiento no cambie de dirección. Para liberar la voluntad del hombre de las asociaciones mecánicas cotidianas, Gurdjieff "montó" el diagrama como si de una coreografía se tratase, con movimientos prescritos para cada uno de los puntos.











Gurdjieff nuevamente:


"Todo individuo acabado, todo cosmos, todo organismo, toda planta es un eneagrama ... Pero no todos los eneagramas tienen triángulo interior. El triángulo interior indica la presencia de elementos superiores en un organismo dado según la tabla de los "hidrógenos".



"Todo puede condensarse en un eneagrama y encontrarse en él. Un hombre en medio del desierto puede pintar el eneagrama en la arena y leer en él las leyes eternas del universo ..."










Según las averiguaciones de su discípulo J.G.Bennett, Gurdjieff descubrió el eneagrama en 1900 bajo figura de danza en una comunidad de derviches Naqshbandi, en Uzbequistán. Sus métodos de enseñanza y sus normas muestran un parecido sorprendente con las técnicas de Gurdjieff.




Se dice que los Nazshbandi se inspiraban en una sociedad secreta fundada hacia el año 950 bajo el nombre de "Los hermanos purificados de Basra". Estos hermanos desarrollaron un influyente sistema universal que reunía elementos de las tradiciones griega, persa, hebraica, china e hindú, subordinado a una mística de números pseudopitagórica.




Proclamaban el principio del número nueve como estructura de los mundos y las cosas manifestadas. Sus escritos enciclopédicos "que se nos han conservado desde los comienzos de la época árabe" se encuentran entre los más importantes de la historia de la química" (E.O. von Lippmann: "Origen y difusión de la alquimia") y se difundieron hacia España hacia el año 1000. Es posible que Ramón Llull los leyera en el siglo XIII y se sirviera de ellos para redactar su "Ars generalis" basada en el número nueve.













Entre los más conocidos alumnos y prosélitos de Gurdjieff se encuentran el pensador ruso P.D.Ouspensky que con sus escritos sobre la cuarta dimensión influenció el suprematismo, el director teatral Peter Brook, el arquitecto Frank Lloyd Wright, la escritora Katherine Mandsfield y el compositor Thomas de Hartmann también colaborador de Kandinsky.









23 febrero 2011

El fantasma matemático






Frente a la infinita riqueza del mundo material, los fundadores de la ciencia positiva seleccionaron los atributos cuantificables: la masa, el peso, la forma geométrica, la posición, la velocidad. Y llegaron al convencimiento de que "la naturaleza está escrita en caracteres matemáticos" cuando lo que estaba escrito en caracteres matemáticos no era la naturaleza, sino la estructura matemática de la naturaleza, perogrullada tan ingeniosa como la de afirmar que el esqueleto de los animales tiene siempre caracteres esqueléticos.





No era, pues, la infinitamente rica naturaleza la que expresaban esos cientistas con el lenguaje matemático, sino apenas su fantasma pitagórico. Lo que conocíamos así de la realidad era más o menos como lo que un habitante de París puede llegar a conocer de Buenos Aires examinando su plano, su cartografía y su guía telefónica; o, más exactamente, lo que un sordo de nacimiento puede intuir de una sonata examinando su partitura.






La raíz de esta falacia reside en que nuestra civilización está dominada por la cantidad y ha terminado por parecernos que lo único real es lo cuantificable, siendo lo demás pura y engañosa ilusión de nuestros sentidos. Un ejemplo típico de este proceso mental lo constituye el Principio de Inercia, intuido por Leonardo y descubierto -¿o inventado?- por Galileo. Si se arroja una bolita sobre una mesa horizontal, con cierto impulso, la bolita se mueve durante cierto tiempo, hasta detenerse a causa del roce. Galileo concluye: en una mesa infinitamente extensa y pulida, desprovista de roce, el movimiento perduraría por toda la eternidad.







Ésta es una muestra de cómo los cientistas son capaces de entregarse a la imaginación más desenfrenada en vez de atenerse, como pretenden, a los hechos. Los hechos indican, modestamente, que el movimiento de la esferita cesa, tarde o temprano. Pero el cientista no se arredra y declara que esta detención se debe a la desagradable tendencia de la naturaleza a no ser platónica.






Pero como la ley matemática confiere poder y como el hombre tiende a confundir la verdad con el poder, todos creyeron que los matemáticos tenían la clave de la realidad.Y los adoraron. Tanto más cuanto menos los entendían.







El poeta nos dice:




El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que de el oro y del cetro pone olvido.





Pero el análisis científico es deprimente, como los hombres que ingresan en una penitenciaría las sensaciones se convierten en números: el verde de los árboles ocupa una banda del espectro luminoso en torno de las 5000 unidades Amstrong; el manso ruido es captado por micrófonos y descompuesto en un conjunto de ondas caracterizadas por un número; en cuanto al olvido del oro y del cetro, queda fuera de la jurisdicción de la ciencia, porque no es susceptible de convertirse en números. El mundo de la ciencia ignora los valores.



Un geómetra que rechazara el teorema de Pitágoras por considerarlo perverso tendría más posibilidades de ser admitido en un manicomio que en un congreso de matemáticos. Tampoco tiene sentido científico una frase como: "tengo fe en el principio de conservación de energía". Muchos cientistas hacen afirmaciones de ese género, pero se debe a que construyen la ciencia como simples hombres, con sus sentimientos y pasiones, no como cientistas puros.






En la elaboración de la ciencia el hombre opera con esa intrincada mezcla de ideas puras, sentimientos y prejuicios que caracteriza a su condición; investiga acicateado por manías de grandeza, por preconceptos éticos o estéticos, por empecinamiento o por ese vanidoso amor a sí mismo que suele llamarse Amor a la Humanidad.



Pero aunque los sentimientos o los juicios de valor intervengan en la elaboración de la ciencia, nada tienen que hacer con la ciencia hecha. Giordano Bruno fue quemado por emitir exaltadas frases en favor de la infinitud del Universo, y es explicable que haya sufrido el suplicio en tanto que poeta; sería penoso que haya creído sufrirlo en su condición de hombre de ciencia por que en tal caso habría muerto por una frase fuera de lugar. La muerte de Bruno pertenece a la Historia de las Persecuciones y hasta a la Historia de la Ciencia; jamás a la ciencia misma.



Cualquier cientista consecuente se negará a hacer consideraciones sobre lo que podría haber más allá de la estructura matemática: si lo hace, deja de ser hombre de ciencia en ese mismo instante, para convertirse en religioso, metafísico o poeta. La ciencia estricta - la ciencia matematizable - es ajena a todo lo que es más valioso para el ser humano: sus emociones, sus sentimientos, sus vivencias de arte o de justicia, sus angustias metafísicas. Si el mundo matematizable fuera el único verdadero, no sólo sería ilusorio un castillo soñado, con sus damas y juglares: también lo serían los paisajes de la vigilia, la belleza de un lied de Schubert, el amor. O por lo menos sería ilusorio lo que en ellos nos emociona.




"Hombres y engranajes"
Ernesto Sabato










Puedes escuchar música de Thomas Tallis a continuación:
"O Nata Lux"










Frithjof Schuon







No creer más que lo que se "ve": este prejuicio, tan grosero como habitual, nos lleva a abrir aquí un paréntesis. No queriendo creer más que lo que ven, los partidarios del cientificismo se condenan a no ver más que lo que creen; la lógica es para ellos su deseo de no ver lo que no quieren creer. El cientificismo, en efecto, se interesa menos por lo real en sí - que rebasa necesariamente nuestras limitaciones - que por lo no contradictorio, o sea por lo lógico, o más precisamente por lo empíricamente lógico; luego por lo lógico de facto según determinada experiencia, no por lo lógico de jure según la naturaleza de las cosas. En realidad, el registro "planimétrico" de percepciones y la eliminación de lo aparentemente contradictorio no suelen dar más que la medida de determinada ignorancia, o incluso de determinada necedad. Los pedantes de la "ciencia exacta" son, por otra parte, incapaces de evaluar lo que implican las paradojas existenciales en las que vivimos, empezando por el fenómeno prácticamente contradictorio de la subjetividad.



La subjetividad es intrínsecamente única sin dejar de ser extrínsecamente múltiple; ahora bien, si el espectáculo de una pluralidad de subjetividades distintas de la nuestra no nos causa demasiada perplejidad, ¿cómo explicar "científicamente" - es decir, evitando o eliminando toda contradicción - el hecho de que "sólo yo" soy "yo"? La ciencia llamada "exacta" no puede encontrar ninguna aparente motivación para este aparente absurdo, cómo tampoco para esa otra contradiccón lógica y empírica que es la ilimitación del espacio, del tiempo y de las demás categorías existenciales. Lo queramos o no, vivimos rodeados de misterios, que lógica y existencialmente nos arrastran hacia la transcendencia.





Frithjof Schuon 










21 febrero 2011

Mathnawî







No hay más ciencia que el conocimiento de Dios, y cualquier conocimiento que no sea éste es sólo un fardo que gravita sobre nuestras espaldas.



No obstante, si llevas ese fardo con humildad y pureza de corazón, notaras que su peso disminuye, pues se introducirá en tu interior un destello de Divina Sabiduría.



Y si en alguna ocasión llegas a pisar la escalinata que conduce al Conocimiento de las Cosas Eternas, verás como se desatan las correas que sujetan a tu espalda el fardo de la ignorancia, y cómo cae rodando hacia los abismos.




  




Los rayos de luz caen sobre las paredes del Mundo y esas paredes brillan iluminadas. ¿Por qué, oh necio, entregaste tu corazón a meras piedras? Vé y busca la Fuente de la Luz cuya luminosidad hace que las meras piedras sean iluminadas y luminosas.













El Amor es la brújula que nos guía hacia los misterios divinos, pues el amor hacia tal o cual ser no hace sino preparar nuestro corazón para que se albergue en él el Rey del Amor.



Por más que hablemos del amor, cuando caemos en él, nos avergonzamos de las palabras con que lo describíamos.



La palabra manifiesta ciertamente las cosas, pero el Amor no logra jamás ser expresado.










Los cielos están colmados de Ti y nuestros ojos son pequeños para contemplarte. 



Aunque iluminado con tu Luz, más brillante que la del Sol, te ocultas a nosotros, pero iluminas y revelas nuestros más ocultos secretos.











El Amado está todo Él en todas las cosas, y el único velo que lo oculta es la sombra que proyecta el cuerpo del amante.















Esfuérzate, corazón dormido, por conocer el reino que por siempre perdura, que la sucesión de las cosas es sólo un sueño que tendrá un remoto despertar.  



Sabe que, aún en este mundo, hay un lugar de refugio que es cómo la antesala de ese Reino perdurable, y este refugio es el éxtasis que proporciona el Amor.











Todos los amantes que consiguen entrar en el santuario del Amor, no son sino bocas quemadas en la antorcha del rostro del Amado.













Apresúrate, corazón, que Dios quiere brillar dentro de ti. Llenará tu alma hueca con una Alma divina hasta que Ésta se derrame.



Cómo celestial escriba, abrirá las páginas de tu corazón y te revelará inefables misterios que allí tienes escritos, sin que los hayas sabido leer hasta el presente.










Por debajo de las aguas hay otra Agua que agita aquellas, dentro de tu alma otra Alma que te llama.












"Mathnawî"
Din Jalâl a l- Din Rûmî




Zohar





Vivimos en la corteza de la realidad
y raramente alcanzamos su núcleo.


Lo secreto habita en el corazón de la apariencia,
lo conocido no es más
que un aspecto aparente de lo desconocido.


Nongún hecho acontecido en el mundo
permanece aislado de su contexto universal.
Nada, aquí abajo, tiene su fin en sí mismo.


El misterio no se encuentra solamente
lejos de nosotros y más allá del mundo,
sino que nos envuelve y es nuestro destino,
pues la suerte del universo
está unida al misterio.



Zohar - 3,128














Aquí puedes escuchar música sefardí:

"Cuando el Rey Nimrod" (Avram Avinu)




















14 febrero 2011

La nueva física












En las décadas pasadas, los experimentos de dispersión de alta energía nos mostraron la naturaleza dinámica y siempre cambiante del mundo de las partículas de la manera más sorprendente. La materia se mostró en estos experimentos como algo completamente mutable. Todas las partículas pueden ser transmutadas en otras partículas; pueden ser creadas partiendo de la energía y pueden desvanecerse en energía. Así, los conceptos clásicos de "partícula elemental", "sustancia material" u " objeto aislado" han perdido totalmente su significado; todo el universo aparece como una telaraña dinámica de patrones de energía inseparables. Hasta ahora todávía no se ha encontrado una teoría completa que permita describir ese mundo de partículas subatómicas, pero tenemos varios modelos teóricos que describen muy bien ciertos aspectos parciales. Ninguno de estos modelos está exento de dificultades matemáticas, y todos ellos se contradicen unos a otros en cierto modo, pero todos reflejan la unidad básica y el intrínseco caracter dinámico de la materia. Demuestran que las propiedades de una partícula sólo pueden comprenderse en términos de su actividad - de su interacción con el entorno - y que dicha partícula, por tanto, no se puede considerar como una entidad aislada, sino que ha de entenderse forzosamente como parte integrante del conjunto. 








... En la física moderna, el universo es experimentado como un todo dinámico, inseparable, que siempre incluye de una manera esencial al observador.  En esta experiencia, los conceptos tradicionales de espacio y tiempo, de objetos aislados y de causa y efecto, pierden su significado. Tal experiencia, no obstante, es muy similar a la de los místicos orientales. La similitud se hace evidente en las teorías cuántica y de la relatividad, y se acentúa aún más en los modelos "cuántico-relativistas" de la física subatómica, dónde ambas teorías son combinadas, produciéndose el más sorpendente paralelismo con el misticismo oriental. 





"El tao de la física"
Fritjof Capra




      







Aquí puedes escuchar a Angelo Branduardi:


   






Aquí puedes escuchar a Vangelis:









Hay  poesía en el mundo real: "Symphony of Science"