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15 noviembre 2011

Maestro Eckhart: El fruto de la nada







Eckhart dice: hay gente sobre la tierra que engendra a Nuestro Señor espiritualmente así como su madre lo engendró corporalmente. Se le preguntó quienes eran esas gentes. Y entonces dijo: están vacías de las cosas y contemplan el espejo de la verdad y han llegado a ello sin saberlo; están en la tierra pero su casa está en el cielo y se hallan en paz: caminan como los niños.




El Maestro Eckhart dice: quien está solo siempre, es digno de Dios y quien está siempre consigo mismo, Dios está con él. Y quien siempre se halla en un ahora presente, Dios Padre engendra en él a su Hijo, sin descanso.





Maestro Eckhart, el Predicador, dijo también: jamás hubo mayor virilidad, mayor guerra, ni mayor combate, que olvidarse de sí mismo y perderse.




Quien quiera llegar a ser lo que debería ser debe dejar de ser lo que es ahora. Cuando Dios creo a los ángeles, el primer instante que tuvieron fue aquel en el que vieron el ser del Padre y cómo el Hijo sale del corazón paterno: exactamente cómo una rama verde sale de un árbol. Han disfrutado de esa contemplación durante más de seis mil años pero en el día de hoy no saben más que en el momento en que fueron creados. Y esto es a causa de la grandeza del saber, de manera que cuanto más se conoce, menos se comprende.











Aquí puedes escuchar canto gregoriano:








13 noviembre 2011

Re-imaginar la psicología







Por falacia naturalista quiero dar a entender la costumbre psicológica de comparar los hechos de la fantasía con otros hechos similares que tienen lugar en la naturaleza. Tendemos a juzgar las imágenes cómo buenas o malas (positivas o negativas) basándonos principalmente en los criterios del naturalismo. Cuanto más parecida a la naturaleza sea una imagen, más positiva resulta; cuanto mñas distorsionada, más negativa. De manera similar a su hermana la falacia filosófica, la falacia naturalista de la psicología también reivindica que su forma de ser en la naturaleza constituye el modelo de cómo debería ser en los sueños.



Pero la naturaleza no puede ser la guía para comprender el alma. Entender los sueños en términos de su parecido con la naturaleza simplifica tanto la naturaleza cómo el significado espiritual y psíquico de los sueños, al encontrar analogías de lo que se representa en las imágenes oníricas solamente en el reino de la naturaleza. Un suceso de la naturaleza puede compararse de hecho con otro, y por eso vemos deformidades y patologías. Un olmo enfermo en la calle es comparado justamente utilizando los criterios que nos proporcionan otros olmos. Pero un árbol gangrenado en la mente debe ser comparado con otros fenómenos mentales, con árboles gangrenados en los reinos de la psique y el espíritu. Pues el árbol del sueño es imaginal, y los ámbitos para su comparación se encuentran en la imaginación: pintura, literatura, poesía, ilusión, mito, sueño. La falacia naturalista es común porque requiere menos esfuerzo por parte del intérprete. Éste no tiene más que mirar a su alrededor, a los sucesos naturales cotidianos, para encontrar sus modelos. La propia facilidad es en sí misma parte de la falacia: la inercia de seguir a la naturaleza. 




El naturalismo degenera pronto en materialismo, un punto de vista que considera que la forma de ser de las cosas en el mundo perceptual de los objetos, los hechos y las realidades sensibles, es la modalidad primaria. Hace hincapié en que la realidad material es anterior y que la realidad psíquica debe adaptarse a ella: psyché debe obedecer las leyes de phýsis y la imaginación debe seguir a la percepción. 



Pero esta perspectiva no hace justicia a la cualidad comprimida de los sueños, a su peculiar manera de negar los principios de la materia: espacio, tiempo, causalidad. Al igual que el de la poesía, el lenguaje psíquico es condensado y sintético. El lenguaje está en otro nivel, ha ascendido desde el significado natural hasta el significado imaginativo. La condensación realza e intensifica la significación. Lo mismo puede decirse de los otros términos empleados por Freud para describir el lenguaje onírico: distorsión, desplazamiento, sobredeterminación. Éstas no son simplemente clases inferiores de pensamiento (contempladas desde el punto de vista naturalista) sino formas de hablar poética, retórica y simbólicamente. Aunque el sueño, y también el síntoma, puede ser "la cosa más natural del mundo", y se producen incluso en los animales, no son naturaleza sino cultura. Estos acontecimientos son naturaleza procesada dentro de la imaginación. Devolver los sueños a la naturaleza comparando sus imágenes con los hechos naturales es pasar por alto la extraordinaria intensificación de la fantasía. Es pasar por alto el hecho de que el sueño y la fantasía, y también los síntomas, están haciendo alma en plena naturaleza.     



A diferencia del naturalismo en la estética o en la filosofía y en las ciencias naturales, la convención naturalista utilizada por los terapeutas nunca ha sido objeto de un estudio crítico profundo. La palabra "naturaleza" nunca ha sido analizada adecuadamente por el médico, que habitualmente confía en alguna de sus más de sesenta connotaciones. Los numerosos significados de la palabra revelan la posibilidad de diferentes influencias arquetípicas. El naturalismo de la gran diosa del grano y de las cosechas tiene implicaciones psicológicas distintas de las que presenta la naturaleza del héroe, un mundo de objetos exteriores o impulsos interiores que hay que conquistar y encauzar. Y estas "naturalezas" difieren a su vez de la prístina naturaleza virginal de Artemisa, de la naturaleza de Pan, de la naturaleza de Dioniso, o de la naturaleza mecanicista y racional de Saturno. La práctica terapeútica tiende a ser la niña de la naturaleza, que sólo ve en ella su propio rostro simple y confiado sin darse cuenta de que la naturaleza adopta la cara del dios que está determinando lo que vemos a través de nuestros puntos de vista subjetivos. Si la contemplamos con el romanticismo embelesado de una ninfa de la naturaleza, ella nos devolverá la mirada con idéntico rostro.



A causa de la idea simplista de la naturaleza que se emplea en la terapia, lo natural tiende a idealizarse. Se convierte en una naturaleza sin deformidades, irracionalidades ni idiosincrasias individuales. Este criterio ideal se utiliza desde una perspectiva moralista para poner reparos a los sueños y a los soñantes en lo relativo a aquello que se desvía de la naturaleza. De ese modo la falacia naturalista desencadena toda una serie de falacias: la falacia nomotética (que interpreta determinadas imágenes oníricas por medio de leyes generales); la falacia normativa ( que interpreta determinadas imágenes por medio de criterios idealizados, es decir, establece como debería presentarse una imagen correctamente); la falacia moralista (que interpreta las imágenes antinaturales como inmorales). Todas estas tendencias olvidan el hecho fundamental de que los sucesos de la imaginación no tienen lugar en la naturaleza empírica. Un niño de muchos colores, una mujer con un pene en erección, un roble que da cerezas, una serpiente que se transforma en un gato que habla ...  o son imágenes falsas, perversas ni anormales por el hecho de que sean antinaturales. Los tigres de la imaginación no habitan sólo las selvas y los zoológicos; pueden tumbarse encima de mis libros o recorrer los pasillos del hotel donde dormí anoche. Las imágenes patologizadas deben interpretarse de la misma manera: un niño ahogado, un animal desollado vivo, o la caída de los dientes, del pelo o de los dedos no hacen referencia hechos similares en la naturaleza empírica.



Por ejemplo, un paciente sueña con un caballo de carreras que tiene una pata rota. En primer lugar la falacia naturalista busca un recuerdo de un caballo visto ayer o en la infancia para saber algo acerca del caballo del sueño a partir de asociaciones con caballos reales. Luego compara el caballo del sueño con los caballos reales en general. Puesto que un caballo real con una pata rota estaría gravemente enfermo, el caballo del sueño tiene que estar enfermo. Por otra parte, el caballo del sueño no "debería" tener una pata rota. Dado que un caballo real con una pata rota será probablemente sacrificado, el caballo del sueño representa el peligro de muerte, o el deseo de amar, o la autodestrucción. Cuanto más literalista sea el naturalismo, más probabilidades hay de que la interpretación se exprese en términos de enfermedades y peligros. La terapia intentará salvar al caballo (falacia médica), donde "caballo" puede significar cualquier cosa, desde la vitalidad del paciente - su propia vida - hasta una carga libidinosa indeterminada, presente en algún aspecto de su vida.



Por el contrario, el caballo de carreras puede interpretarse amplificándolo mediante otros temás: el poderoso caballo de Odín, de Poseidón, el caballo-héroe-conquistador de los hunos, los mongoles, los cruzados, los árabes, los españoles; la idea de velocidad, competición, victoria; el sacrificio ecuestre védico y romano; el caballo de la muerte; el cuidado del animal. El caballo del sueño nos cuenta más cosas que el caballo recordado o el caballo real. Una serie de vías de penetración simbólicas, míticas y culturales se abren a través de la herida de la aflicción. Entonces podemos interpretar al caballo malherido como el "portador· de la vulnerabilidad del soñante. Está detenido, abierto, preguntando cuál es su significado. La herida es aquello que permite a la psique trasladarlo de su anterior situación - correr para ganar - a otra situación de conciencia debida a la adversidad. La pata rota es el foco de este cambio de la naturaleza a la cultura.



Si asumimos que el caballo debería volver a caminar, recobrar la salud, renunciamos a la imagen concreta y nos movemos en la dirección contraria al sueño. Pero si nos quedamos con el caballo con su pata rota, el soñante aumenta su conocimiento por medio de la imagen patologizada; por ejemplo, comprende que ha estado martillando en hierro frío, abusando de su fuerza física para ganar la carrera a lomos de un corcel de pura sangre. La imagen patologizada hace posible una nueva reflexión, una que el soñante siente dolorosamente porque es inseparable de la aflicción y conmueve al alma por su relación con la muerte. La herida es el verdadero foco de este movimiento, que fluye ágil y naturalmente desde la situación anterior - el jinete sobre su caballo - hasta la actual, en la que se reconocen otras realidades, las realidades psíquicas. La imagen en sí misma representa el cambio súbito de presepectiva entre la vida y la muerte, entre la realidad física y la realidad psíquica, entre la naturaleza y la imaginación.




James Hillman: Una incursión en la falacia naturalista
en: "Re - imaginar la psicología"    








* James Hillman, fallecido el pasado 27 de Octubre, representante del pensamiento jungiano llamado de "segunda ola".






Aquí puedes ver un video con extractos de "El código del alma" de Hillman, en italiano:


Toca en el icono de la derecha para ver la pantalla completa.



12 noviembre 2011

De la simple existencia







De la simple existencia


La palmera al final de la mente
detrás del último pensamiento, crece,
en la distancia de oros brillantes, 


un pájaro de plumas de oro
canta en la palmera, sin significado humano,
sin sentimiento humano, una canción extranjera;


entonces comprenderás que no es la razón,
la que nos asiste en la felicidad o tristeza de los días.
El pájaro canta, sus plumas resplandecen.


La palmera se yergue al borde del vacío.
El viento baila en sus ramas,
las doradas plumas del pájaro caen lentamente,
suspendidas en el aire.



Wallace Stevens