En el último capítulo de "Las estaciones de la sabiduría" que da nombre al libro, Frithjof Schuon define y expone seis aspectos de la sabiduría que, podríamos decir, resumen toda la espiritualidad. En otras palabras, incluyen todo lo que la Voluntad del Cielo pide del hombre, y por tanto representan la perfección que éste poseía inicialmente en el momento de su creación, según esa Voluntad, "a imagen de Dios". La plenitud microcósmica del hombre, dada la analogía exacta entre microcosmos y macrocosmos, corresponde a la extensión total del gran mundo exterior, es decir, a las seis direcciones del espacio, que son los cuatro puntos cardinales y el eje vertical de altura y profundidad. Dada su importancia fundamental, las estaciones no pueden dejar de estar más o menos explícitamente presentes en la doctrina y método de cada esoterismo, sin importar a que tradición pertenezca. De hecho, los textos sagrados están entretejidos con formulaciones aisladas de estos aspectos de la sabiduría, ninguno de ellos obviado, y todos dados por descontado por nuestros antepasados - variando los grados de consciencia - como pertenecientes a la naturaleza misma de las cosas. Sin embargo, llegó un momento en que se hizo necesario enfatizar este último punto y manifestar los aspectos como una totalidad séxtuple e interrelacionada, a saber, las "direcciones del espacio" en el microcosmos, análogas a sus homólogas en el macrocosmos; esto se lo debemos a Schuon en sus "Estaciones de la sabiduría" y en secciones de sus otras obras.
La universalidad de esta doctrina está claramente demostrada en "Tesoro de sabiduría tradicional" de Whitall Perry, que ha dividido su monumental obra en tres libros, cada uno de los cuales está subdividido en dos partes. Las tres divisiones principales corresponden a las tres margas (vías) del hinduísmo - acción, amor y conocimiento - así como también a los tres principios básicos del misticismo islámico - temor, amor y conocimiento -. Cada una de estas divisiones tiene dos aspectos: el ámbito del temor - acción es el del "no debo" y "debo", o, en términos de Schuon, abstención y cumplimiento; así mismo el amor tiene, además de su intensidad dinámica, el aspecto estático del gozo contemplativo; y el conocimiento espiritual es tanto objetivo como subjetivo, ocupándose, en última instancia, del Absoluto como verdad transcendente y Mismidad inmanente. Pero para que la afirmación de que toda espiritualidad está comprendida en estas seis estaciones no sea considerada excesiva, permítasenos añadir ahora - y se hará más claro a continuación - que cada estación es una vasta síntesis constituída por muchos aspectos suplementarios, inextricablemente enlazados unos con otros. No podía ser de otra manera puesto que cada estación es algo que debe ser adoptado: exige presencia de parte del hombre, su presencia total, es decir, sinceridad; y puesto que el hombre consiste en inteligencia, voluntad, carácter, debe haber algo en cada estación que empeñe a cada una de las tres facultades espirituales del hombre: elementos doctrinales o teológicos para la inteligencia, elementos metódicos para la voluntad, y elementos morales o virtudes para el caracter.
"Símbolo y arquetipo"
Martin Lings
Martin Lings
Aqui puedes escuchar a Angelo Branduardi: "Cántico delle Creature"
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