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05 diciembre 2011

Mundo exterior / Mundo interior







Esta frontera entre materia inerte y materia viva constituye también la frontera donde termina el pensamiento científicamente fundamentado y comienza el reino de la imaginación y de la fe. En ese lugar surge la pregunta de si cabe atribuir la formación de la célula primordial a una casualidad en la que coincidieron moléculas en gran número y conformaron la estructura altamente organizada de la célula, o si la célula surgió respondiendo a un plan; la pregunta se plantea de este modo: ¿Es el origen de la vida un acontecimiento casual, puramente material o un acontecimiento planeado, es decir, espiritual? Parece inconcebible que una formación tan complicada, con tan alto grado de estructuración y de organización, como una célula, haya podido surgir de forma puramente casual. Parece evidente - y justamente aquí comienza la fe - que la célula primordial en su aparición obedecía a un plan. A su vez la célula primordial encierra en su núcleo celular un plan, el plan para su autorreproducción, la característica específica de la vida. Un plan encarna una idea y una idea es espíritu.



De hecho los átomos, el material constitutivo de la célula primordial, son ya, igual que ésta, formaciones altamente organizadas. Representan una especie de micorcosmos al que no cabe imaginar como producto de una casualidad. 



Es un hecho notable que la más pequeña unidad estructurada de materia inerte, el átomo, y la más pequeña unidad estructurada de los organismos vivos, la célula, presenten el mismo plan organizativo. Ambos constan de envoltura y de núcleo. El núcleo representa en ambos, en los átomos y en las células, el componente más esencial. En el núcleo del átomo se concentran las propiedades características de la materia, masa y peso, y el núcleo de la célula contiene en sus cromosomas los elementos fundamentales de la vida, el código genético, los factores de la herencia.   



Puesto que un origen y en un transfondo espiritual del universo  es decisiva la hipótesis de que no se puede atribuir a la casualidad el origen de formas tan altamente desarrolladas, como el átomo y la célula, hay que reforzar esta suposición con una metáfora que salte a los ojos. Como ejemplo del origen de una forma altamente especializada puede aducirse la construcción de una catedral; pero cabría encontrar otros innumerables ejemplos para este fin. 



Supongamos que en algún sitio estuviese todo el material de construcciòn para levantar una catedral, incluso las instalaciones técnicas y la energía necesaria. Sin la idea de un arquitecto, sin sus planes y sin su dirección, no surgiría jamás una catedral.



Estas reflexiones deben tener también validez para la aparición del átomo y de las células vivas, que son formaciones esencialmente más complicadas, y en muchas cosas, más sutilmente pensadas que una catedral.



Si ni siquiera respecto de una célula, la unidad más pequeña de los organismos vivos, es pensable un origen casual, tanto menos lo es respecto de las innumerables formas superiores de vida del reino vegetal y animal. Para la validez deductiva de estas reflexiones es totalmente irrelevante si la evolución de las plantas primitivas a plantas con floración, o la evolución de los reptiles a aves o a mamíferos, se produjo a través de mutaciones paulatinas o a través de grandes saltos; del mismo modo es totalmente intranscendente en qué periodos ocurrió, pues cada nuevo organismo vivo representa la transposición de un plan, de una nueva idea, a la realidad.



Quisiera recurrir una vez más a la metáfora de la catedral. Del mismo modo que la catedral irradia la idea y el espíritu de su arquitecto, así se hacen patentes en cada organismo vivo la idea y el espíritu de su creador. Cuanto más diferenciada, complicada y altamente desarrollada es la forma de una creación, tanto mayor es el contenido espiritual que puede expresarse a través de ella. 



El organismo más altamente desarrollado, más diferenciado, más complicado de la evolución, es el ser humano; esto quiere decir que los hombres dicen más acerca de su creador que todas las demás criaturas. El cerebro humano con sus catorce mil millones de células nerviosas, cada una de las cuales está conectada con otras seiscientas mil células nerviosas, representa la forma de vida más complicada y más altamente organizada de nuestro universo conocido. El elemento espiritual, que inlcuso en la célula primordial manifiesta el espíritu de su creador a través de la idea y del plan organizativo de la misma, ha logrado en el cerebro humano su máximo y más sublime despliegue. En el espíritu humano, que en nuestra metáfora llamamos "receptor", ha alcanzado su perfección. Las facultades espirituales se han desarrollado en el receptor humano hasta un grado tal que éste es capaz de ser consciente de sí mismo. En el hombre, en la parte más altamente desarrollada de la creación, la creación se hace consciente de sí misma.



En nuestra metáfora emisor / receptor cabe expresar esto de la siguiente forma: en tanto materia, el cerebro humano es parte del universo material y, por ello, el cerebro es parte del emisor. Pero la idea y el plan organizativo del cerebro se han desarrollado hasta constituir la facultad espiritual que hemos definido como receptor. Esto significa que materia y espíritu, emisor y receptor, se encuentran mutuamente fundidos en el cerebro humano, que el dualismo emisor / receptor no existe en realidad. Emisor y receptor no son más que construcciones conceptuales de nuestro intelecto, instrumentos valiosos y útiles, que se han empleado en las reflexiones precedentes para comprender racionalmente el mecanismo por el que surge su realidad humana.



La metáfora acerca de la  realidad en términos de emisor / receptor demuestra que para que uan idea exista, para que se haga realidad en el espacio exterior, debe ser manifestada en alguna forma de materia y energía. Muestra que toda forma creada del espacio exterior, desde el átomo a la célula viva, hasta las innumerables formas de organismos vivos del reino vegetal y animal, las flores y los hombres, desde los planetas hasta los soles, hasta las galaxias, cada una de estas formas creadas representa la realización de una idea. Plantear la pregunta acerca del origen de todas estas ideas, acerca del esríritu - creador que ha producido  e impregna todas estas formas, significa plantear la pregunta acerca del origen de todo el ser.



En la historia de la creación del Evangelio de Juan se dice: "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y Dios era la Palabra". La traducción del "Logos" griego que figura en el original por "Palabra" es discutida. "Logos" podría ser traducido también por "Idea". "En el principio existía la Idea ..."




"Mundo exterior, mundo interior"
Albert Hofmann









(*) El Dr Albert Hofmann es mundialmente conocido como descubridor del mítico LSD - 25 al margen de su historial científico  e investigador. Fue miembro, entre otras instituciones, del Comité del Premio Nobel y de la Academia Mundial de Ciencias.




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