Lo que hemos aprendido es que, en última instancia, el mejor modo que una persona tiene de averiguar lo que debe hacer, es descubrir quien y qué es, porque el camino hacia decisiones éticas y de valor, hacia elecciones más acertadas, hacia lo que debe ser, pasa por "lo que es", por el descubrimiento de hechos, de la verdad, realidad y naturaleza de la propia persona.
Cuanto más conoce uno su propia naturaleza, sus íntimos deseos, su temperamento y constitución, lo que busca y anhela, lo que realmente le satisface, tanto más fáciles, automáticas y epifenomenales son sus elecciones de valor. (Éste es uno de los grandes descubrimientos freudianos y uno de los que amenudo se pasa por alto).
Muchos problemas simplemente desaparecen y otros se solucionan fácilmente al saber lo que es conforme a la propia naturaleza, lo que es adecuado y justo. (Y también debemos recordar que el conocimiento de la propia naturaleza profunda es simultaneamente el conocimiento de la naturaleza humana en general).
En una palabra, le ayudamos a buscar "lo que debe ser" por vía de la "facticidad". El descubrimiento de la verdadera naturaleza propia es, a la vez, una búsqueda del deber y del ser. Esta búsqueda de valores, puesto que también lo es del conocimiento, de los hechos y de la información, es decir, de la verdad, cae dentro dentro de la jurisdicción de una ciencia razonablemente definida.
Por lo que se refiere al método psicoanalítico, así como a todos los métodos terapeúticos taoístas, que descubren sin interferir, puedo afirmar con igual exactitud que son, por un lado, métodos científicos y, por otro, descubrimiento de valores. Esa clase de terapia es una búsqueda ética, incluso religiosa en el sentido naturalista.
Abraham Maslow
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