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18 octubre 2010

Dios no habita en lo alto, sino en lo profundo







Dios no habita en lo alto, sino en lo profundo
y su revelación
dura lo que un libro que se escribe en una noche
y en su familia,
familia de Dios, 
por lo menos hay siempre un loco y un poeta.


Aquél que con Él se ve en secreto,
quienquiera que pueda reconocer al Invisible,
a los demás infunde miedo, a los demás hombres.


...


Pues hace los mismos gestos que un mudo hablando con otro mudo.
Y está acosado por sus acreedores como ciervo que

saltando de un tejado a otro
es perseguido hasta un alero por una rehala de podencos sueltos
entre cúpulas, chimeneas y letreros luminosos
porque sobre esta ciudad no solamente hay constelaciones,
sino también extrañas cacerías.


Así es el que ve a Dios. Porque el que Dios mira
es aquel que verdaderamente se ha quedado solo.




María Antonia Ortega: "El espía de Dios" 

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